El presidente de la Junta de Vigilancia de la primera sección del río Maipo, Luis Baertl, advierte que es urgente concretar medidas que aseguren el abastecimiento de los regantes y el Gran Santiago, y critica la ausencia del Estado para solucionar la crisis.’Estamos en una situación de guerra y necesitamos un hospital de campaña’.
Con esa frase y la voz firme, el presidente de la junta de vigilancia de la primera sección del río Maipo, Luis Baertl –quien asumió el cargo en enero de este año, en medio de la peor crisis hídrica que recuerde para la cuenca– advierte la gravedad de la sequía y la necesidad urgente de tomar medidas para dar mayor seguridad en la disponibilidad de agua para el Gran Santiago y los regantes.
‘Ya pasamos el punto de discutir y llegamos al punto de tomar acción. Se han hecho estudios a nivel teórico y hay que bajar a la práctica. La autoridad tiene que decir cuál es la solución’, recalca.
Como agricultor en la comuna de Pirque y presidente de la Asociación de Canales de Maipo, que suma más de 142 kilómetros de canales que atraviesan varias comunas de la Región Metropolitana, conoce con detalles la realidad de los productores y asegura que hasta ahora han enfrentado en silencio los efectos de la falta de agua, aunque teme que no solo repercuta en pérdidas económicas, sino que en la seguridad de abastecimiento de verduras para Santiago en los próximos meses.
‘Nosotros informamos a los regantes cuánta agua hay y les pedimos que planifiquen bien sus cultivos, por lo que puede que los hortaliceros hayan sembrado el 20% de lo habitual, ya que la decisión de sembrar todo no se tomó… La disponibilidad agroalimentaria para Santiago no se ha medido, pero está puesta en riesgo y se va a notar en los precios’, dice Luis Baertl.
A raíz de la escasez y de la necesidad de priorizar el consumo de las personas, los regantes del Maipo están recibiendo menos del 20% del agua que les correspondería de acuerdo con los derechos de aprovechamiento vigentes, que suponen un volumen de 20 litros por segundo para cada acción, y que en la práctica solo llegan a 3,7 litros por segundo, según los registros de la semana pasada.
En algunos días del verano, incluso, en plena temporada de riego, apenas alcanzaron los dos litros por segundo, considerando las medidas que se toman en las bocatomas iniciales, por lo que el volumen real que reciben los regantes puede ser menor.
‘En la discusión sobre el agua todo se generaliza, pero en el Maipo prácticamente no hay especies plantadas en cerros y casi todo lo que se riega es bajo la cota de canal… No somos Petorca. Y esta primera sección del río entrega la parte sustancial del agua que requiere Santiago. Entonces, el agua para la ciudad es toda la que necesiten, sin límites, y lo que sobra queda para los regantes’, critica.
Concretar soluciones
Según los datos de la Dirección General de Aguas (DGA), el embalse El Yeso, que tiene como principal uso asegurar la disponibilidad de agua potable, contaba con un volumen de 166 millones de metros cúbicos al 21 de marzo, cerca de 20% menos que el promedio histórico para ese mes y levemente por debajo del nivel que tenía el año pasado a la fecha.
El caudal del río Maipo durante febrero, en tanto, estuvo muy por debajo del promedio histórico, del caudal registrado el año pasado y del nivel mínimo para ese mes, que es de 63,8 metros cúbicos por segundo, llegando solo a 47,7 metros cúbicos por segundo, según la DGA.
A eso se suma un déficit de lluvias superior al 80% durante febrero pasado y pronósticos de precipitaciones bajo lo normal para los próximos meses en la Región Metropolitana, al menos hasta mayo, según la Dirección Meteorológica de Chile, y en forma líquida, lo que preocupa a los regantes y los lleva a exigir soluciones más definitivas.
‘Una alternativa es elevar agua del acuífero que brota en el sur poniente de Santiago a través de la construcción de pozos, para entregarla directamente a las plantas de tratamiento de aguas de la empresa sanitaria y destinarla al consumo de la ciudad, para dejar al embalse El Yeso como una reserva’, explica.
Otra medida que han propuesto los regantes es la recirculación de las aguas tratadas, que ya han sido utilizadas en la ciudad y que corresponderían a cerca del 50% del total que se consume, para devolverlas al río y que puedan ser usadas por los agricultores durante los meses de riego e infiltrarlas de vuelta en las napas freáticas durante los otros meses.
‘Con eso se generaría un círculo virtuoso y, si se le da prioridad nacional, se podría concretar en un plazo de cinco años’, dice.
Frente a las distintas opciones que existen para evitar que los agricultores y la ciudad dependan de las aguas superficiales, plantea que es la hora de asignar instrucciones y recursos a los especialistas para concretar soluciones.
‘Hagamos el hospital de campaña para darle sustentabilidad y resiliencia al Gran Santiago, de tal manera que no dependa solo del agua superficial, que cada día es menor y en este momento está matando a la agricultura… Es una obligación del Estado, donde hace falta un diálogo honesto para saber cuáles son las soluciones finales, porque ya no aguantamos más burocracia’, plantea Luis Baertl.
Apoyo a regantes
Una de las consecuencias menos conocidas de la escasez de agua para los agricultores es el deterioro de la calidad, ya que al disminuir el caudal del río, aumentan los sedimentos y la salinidad, lo que encarece los costos de mantención de los canales y genera daños importantes para algunas especies.
En la junta de vigilancia no han determinado cuántas hectáreas se han dejado de regar, advierten que a la sequía se suma el impacto que han generado las mayores temperaturas sobre la acumulación de nieve.
‘En septiembre, octubre y noviembre, antes se regaba con aguas de El Yeso porque había pocos deshielos, pero se han adelantado para esos meses y ahora ocurre que en diciembre, enero y febrero, que es cuando más agua requiere el campo, ese volumen ya no está en el río’, explica.
Por eso, considera que otra medida útil es fomentar la construcción de tranques pequeños y medianos, que ayuden a acumular agua para los meses más críticos, ya que el 82% de los usuarios del Maipo son productores con menos de diez hectáreas.
‘Fomentar una batería de tranques a través de las organizaciones de usuarios es una labor que podría tomar el Estado. Estoy seguro de que todos los usuarios darían espacio para hacerlos’, propone.
De cara a la ciudad, Luis Baertl cree que es clave disminuir el consumo de agua que, según estimaciones de expertos, en el Gran Santiago hoy llegaría a alrededor del 50% del total disponible.
‘No tenemos una cultura del agua, porque siempre había sobrado, pero el consumo de agua tiene que bajar y eso no puede ser político ni municipal, porque la situación es muy crítica’, recalca.