Señora Directora: La columna del jueves 17 publicada en su diario y titulada ‘Decretos de escasez hídrica, ¿solución o parte del problema?’, plantea las desventajas de utilizar esta herramienta por parte de la DGA. La sequía que nos asola es la peor de la que se tiene registro, pero aplicar un decreto de escasez hídrica no sería necesario si existiera la voluntad de parte de las sanitarias de realizar las inversiones en infraestructura para acumular agua en los acuíferos subterráneos de Santiago, por ejemplo, o con un manejo eficiente donde no pierda más del 30% del agua solo por filtraciones de sus ductos.
El río Maipo abastece de agua a miles de regantes de la zona sur poniente de Santiago, de los cuales más del 70% son pequeños agricultores. La extrema falta de agua del 2019 provocó daños significativos e incluso irreparables para algunos y ha puesto en riesgo el cultivo de alimentos, gran parte de las que se consumen en la Región Metropolitana y zonas aledañas.
Durante la vigencia de este decreto, la sanitaria utiliza el agua que se destina para la producción de alimentos como un seguro garantizado por el Estado. Así, dispone de agua y no afecta su negocio, pues no compensa las pérdidas ni nos permite invertir en mejoras de largo plazo del regadío.
Enfrentar la escasez de agua es una tarea de todos quienes usamos la cuenca. Nuestra voluntad es trabajar en conjunto con las autoridades, la junta de vigilancia y las empresas que tienen derechos sobre el agua en esta zona, pero debemos mirar a largo plazo y de forma sustentable. De seguir así, no solo está en riesgo el consumo de Santiago, sino de un sector que produce alimentos para millones de personas de la Región Metropolitana.